Muchas veces
nos vamos al otro extremo afirmando que la belleza está en el interior y en la
mayoría de casos es asi, pero ni debemos hacer del cuerpo un ídolo viviendo
para él ni menospreciarlo.
Ambos
extremos son incorrectos.
Jesús el
Hijo de Dios, vivió en la tierra y fue anunciado por el profeta Isaias casi 600 años
antes de su nacimiento.
Y
fisicamente sin haberlo visto nunca, Isaias lo calificó como “sin atractivo”.
Jesús cuando
vivió en la tierra no era una persona llena de belleza, sino que no tenia
atractivo.
1. ¿Quién ha creído
nuestro anuncio? ¿Sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehovah?
2 Subió como un retoño delante de él, y como
una raíz de tierra seca. No hay parecer en él, ni hermosura; lo vimos, pero no
tenía atractivo como para que lo deseáramos.
3 Fue despreciado y desechado por los hombres,
varón de dolores y experimentado en el sufrimiento. Y como escondimos de él el
rostro, lo menospreciamos y no lo estimamos.
4. Ciertamente él
llevó nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores. Nosotros le tuvimos por
azotado, como herido por Dios, y afligido.
5 Pero él fue herido por nuestras
transgresiones, molido por nuestros pecados.
Isaias 53, 2
Porque ese
no fue su propósito en la tierra, sino su proposito era cumplir su misión.
Pero en
apocalipsis se muestra todo lo contrario, muestra a un Jesús con una hermosura
tal, que el apóstol Juan cayó desmayado.
Y esa es su
verdadera apariencia.
Con una
belleza indescriptible.
Por eso
tampoco debemos menospreciar la belleza exterior como un resultado solo de apariencias.
Jesús ama y
gusta la belleza, porque no es mala y él la ha hecho, pero debe de coincidir y
sincronizarse con la belleza interior.
Veamos como describe
Juan la visión que tuvo de Jesús en el primer capitulo del Apocalipsis.
Yo Juan, vuestro
hermano y copartícipe en la tribulación y en el reino y en la perseverancia en
Jesús, estaba en la isla llamada Patmos por causa de la palabra de Dios y del
testimonio de Jesús.
Yo estaba en el
Espíritu en el día del Señor y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,
que decía: "Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete
iglesias: a Efeso, a Esmirna, a Pérgamo, a Tiatira, a Sardis, a Filadelfia y a
Laodicea."
Di vuelta para ver
la voz que hablaba conmigo. Y habiéndome vuelto, vi siete candeleros de oro, y
en medio de los candeleros vi a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido con
una vestidura que le llegaba hasta los pies y tenía el pecho ceñido con un
cinto de oro.
Su cabeza y sus
cabellos eran blancos como la lana blanca, como la nieve, y sus ojos eran como
llama de fuego.
Sus pies eran
semejantes al bronce bruñido, ardiente como en un horno.
Su voz era como el
estruendo de muchas aguas.
Tenía en su mano
derecha siete estrellas, y de su boca salía una espada aguda de dos filos. Su
rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.
Cuando le vi, caí
como muerto a sus pies.
Y puso sobre mí su
mano derecha y me dijo:
"No temas. Yo
soy el primero y el último, el que vive. Estuve muerto, y he aquí que vivo por
los siglos de los siglos.
Y tengo las llaves
de la muerte y del Hades.
Así que, escribe
las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de éstas.
Apocalipsis
1, 9-19
Aquí no se
muestra un Jesús humilde, pobre y sufriente.
Se muestra
un Jesús glorioso y lleno de poder, tal como es él en realidad.
Pero un
Jesús que sabe adaptarse a situaciones de extrema humildad, tal como lo ha
demostrado.
Asi la
belleza no es una caracteristica para despreciar y criticar, sino que forma
parte de la creación de Dios.
Otra cosa
como dije antes es obsesionarse con nuestro fisico, queriendo ser lo que no
somos, no aceptando como somos o generando un sacrificio exagerado para
conseguir una mejora aparente.
A veces
mejoras a riesgo de nuestra propia salud.
Guillermo Blanco 7-8-2012