Todos sabemos que la
familia es una institución establecida desde el principio de la humanidad y
desde que tenemos noción de su historia.
Sus componentes se
agrupan de forma natural como un núcleo enlazado, del mismo modo que los
animales también lo hacen.
La familia es el
primer ambiente que empezamos a conocer y aprender en cuanto nacemos.
Nos sentimos
protegidos, nos sentimos a gusto, nos sentimos confortados y siempre pensamos
que nuestros progenitores son un ejemplo para nosotros, de los cuales debemos
aprender en todo.
Esa es la impresión
y el instinto que emana de nosotros.
Pero por desgracia
no todas las familias son iguales y no siempre son un ejemplo.
Todos sabemos a
través de las noticias de algunos casos aislados de maltrato infantil, asi como
la llamada violencia de género, tan de moda en las noticias.
No podemos hacernos
una idea de lo que significa nacer en una familia desestructurada y con
maltratos diarios, sino el que lo ha vivido en primera persona.
La sensibilidad del
niño es tal a esa corta edad, que el trauma es seguro.
El niño es como una
esponja que todo lo absorbe, y de mayor todo lo refleja.
El niño es una
continuidad de nuestra en forma de ser, de nuestras características y nuestras actitudes.
La Biblia nos habla
de una unidad parecida a lo que conocemos como familia.
Nos habla de una
composición llamada “Trinidad”.
Y de ello sabemos
que lo forman un padre Dios, un Hijo Jesús y un Espiritu Santo.
Una unidad que ha
sido reflejada a su creación y a sus criaturas.
Una unidad de tres
personas independientes, con características personales, pero tan unidas como
si formasen un solo ser.
La iglesia en cierto
modo es una unidad, no de tres personas ni de cuatro, ni de cinco, sino una
unidad de personas independientes con características propias y también una agrupación
de familias.
Al igual que en una
familia, en una iglesia hay avenencias y desavenencias.
Hay roces,
discusiones, sintonías, entendimientos, rechazos, simpatías y todo tipo de
variables tal como ocurre en el seno de una familia.
Pero la iglesia en
una institución iniciada por Jesucristo y la cual debería ser un ejemplo de lo
que debería ser una familia perfecta e ideal.
Sabemos que las
personas somos muchas veces focos de problemas y en una comunidad, los
problemas con los roces suelen aumentarse.
Y eso que el tiempo
de relación en la iglesia, en proporción, es muy reducido.
Las personas deben
relacionarse y no vivir aisladas, a pesar de los contratiempos que puedan
aparecer.
Pero esos
contratiempos de inadaptaciones deben superarse y deben corregirse con la ayuda
de Dios y con nuestro esfuerzo personal.
Las cosas no se
solucionan solas por agotamiento o por el tiempo transcurrido.
No creo que existan
iglesia perfectas exentas de problemas de relación.
Solo tienes que
sumergirte en su ambiente y seguro descubrirás lo que en apariencia no
aprecias.
Y eso ocurre porque
somos personas, porque somos humanos y porque somos imperfectos.
El padre da una
educación y da un ejemplo a su hijo a pesar de ser imperfecto, pero de eso, el
hijo no sabe, ni lo intuye.
Los padres por lo
general intentan educar lo mejor posible y ellos mismos también continúan su
aprendizaje como adultos, porque esta es una carrera que no finaliza nunca
mientras vivamos aquí en la tierra.
El apóstol Pablo dio
una serie de consejos a las comunidades de su época para mantener un cierto
orden y una cierta disciplina dentro de lo que debería ser una comunidad
cristiana.
Quizás podríamos
sentirnos orgullosos de lo bien que van nuestras comunidades cuando comparamos
las aberraciones que se daban en algunas comunidades del primer siglo.
Fornicaciones entre
los corintios (1ª corintios 5)
Idolatrias (1ª
corintios 10, 7)
Abusos en la santa
cena en lo que refiere a la comida y la bebida. (1ª corintios 11, 17-22 y
27-34)
Actos impensables en
nuestras iglesias actuales.
Pero esto no es un
ejemplo para creer que ya no debemos evolucionar.
Existen los sutiles
defectos de siempre. Esos defectos que van unidos a las relaciones humanas en
todos los ámbitos y que las comunidades cristianas no son una excepción.
El critiqueo, las
murmuraciones, las disensiones, bandos, falta de perdón, sutiles enemistades y
todo tipo de pecados igualmente graves delante de Dios como las borracheras de
los corintios.
Tenemos la mala
costumbre de catalogar gravedades de pecados.
La relación entre
las personas comportan estos problemas casi irremediablemente, pero como en una
familia unida, estamos llamados a entendernos si queremos llevarnos bien o
queremos agradar a Dios.
No es posible agradar
a Dios si mantenemos estos problemas permanentemente a través de nuestra vida y
no los corregimos.
En la familia como
en la iglesia aparecen de vez en cuando discusiones que nos separan unos de
otros, y eso … no es un pecado.
El pecado es lo que
la Palabra nos recuerda:
"no se ponga el
sol sobre vuestro enojo" que significa "no alargues tu enemistad con
tu hermano mas de lo necesario.
La fiesta de la
familia se ha venido celebrando en nuestra comunidad de Rubi desde hace muchos
años y fue un sustituto del dia de la madre desde tiempo atrás.
Al igual que en una
familia, cuando un miembro enferma e ingresa en un hospital, el resto se
preocupa y una representación de la comunidad lo visita periódicamente.
La iglesia informa
casi cada domingo en el apartado de anuncios, el estado de nuestros hermanos
mas delicados en salud.
Al igual, cuando un
miembro de la comunidad fallece y parte a la presencia del Señor, el resto de
la comunidad se duele y queda afectada.
La familia es un núcleo
perfecto de amor cuando las cosas funcionan bien.
Pero también debería
serlo cuando las cosas van mal.
Entre pareja existe
un amor correspondido y de padres a hijos, un amor desinteresado.
¿Qué no haría un
padre hacia un hijo si tuviese un problema o dificultad?
¿Qué no hizo el
Creador para sacarnos del pozo?
En base a sus leyes,
buscó todas las combinaciones posibles para no perder a su creación.
Sin romper su
palabra de fidelidad, buscó la forma de recuperar una naturaleza corrompida por
el pecado y la desobediencia.
Pudiendo asumir la
decepción de una creación malograda por causa de la libertad de elección,
escogió una solución cara, muy cara.
Y posiblemente fue
la única solución.
Transformarse Dios
en hombre y asumir la muerte como consecuencia del pecado.
Transformarse el
Creador en criatura y pasar injustamente por el trance que nos correspondía.
Esa muerte de Dios
hecho hombre, representa la muerte de todos nosotros.
Y como tal, somos de
esa forma liberados de esa terrible carga.
Carga que parece a
la mayoría no preocupar.
El amor de padre a
hijo puede llegar en algunos casos a sacrificios indescriptibles, y digo en
algunos casos.
El profundo amor
puede llegar a tomar decisiones que muchas veces nos sorprenderían a nosotros
mismos.
Las situaciones
limite son en muchos casos desconocidas para el que las experimenta.
El amor de familia
envuelve un aura de protección y sacrificio.
Promueve en lo que debería
ser, una conducta de ejemplo, perdón y evolución.
¿Porque en algunas
ocasiones miembros de comunidades cristianas, desaparecen en cuanto aparece un
roce, un mal entendido ó una desavenencia?
¿Vamos a encontrar
otra comunidad mejor y con menos problemas?
¿Qué ocurriría si un
hijo marchase de casa al primer enfado con sus padres?
¿No estamos llamados
a evolucionar con el esfuerzo personal y la ayuda de Dios?
O pensamos que
nosotros somos el punto de referencia con el cual podemos valorar a los demás.
¿No somos nosotros
parte de un todo y como tal con los mismos defectos que los demás?
¿Por qué pues nos
enfadamos y tomamos decisiones drásticas?
Debemos superar las
situaciones dificultosas que siempre vamos a tener presentes.
Siempre digo que
algunas situaciones nos ponen a prueba.
Cuando las cosas nos
van bien, cuando el viento va a favor, sea en la iglesia o en la familia, o en
el trabajo, todos estamos contentos, satisfechos, felices, todos nos llevamos
bien, celebramos con buena relación las festividades de las tradiciones.
Pero solo falta que
aparezca una tarea que nos cree problemas, una situación que nos empiece a complicar
la vida, una etapa en la que nos veamos obligados a tomar decisiones
sacrificadas, y veremos como las cosas cambian.
Veremos como esas
relaciones empezarán a peligrar, se producirán distanciamientos, desavenencias,
discrepancias, pudiendo en algunos casos tomar situaciones de ruptura
irremediable ó irrecuperable.
¿Es pues
desaconsejable una mayor relación para evitar males mayores?
No lo creo.
Lo que ha de ser
será, y si una relación por los motivos que sea no puede funcionar, el tiempo lo
dirá.
De la misma forma
que si una relación funciona bien, pase el tiempo que pase, la relación será
reforzada.
Los roces nos ponen
a prueba y depende de nosotros si vamos a ser capaces de superarlos.
A veces nuestra
paciencia supera el limite y no somos capaces mantener el control y la
serenidad en momentos clave de nuestra vida.
Si en nuestra propia
casa no somos capaces de mantener una buena convivencia, difícilmente podremos
mantener una relación satisfactoria en la familia de la fe: nuestra comunidad cristiana.
Guillermo Blanco 14-4-2012