De hecho hay
respuestas para esta pregunta contenidas en la Biblia.
Entre la
gente común existe el tópico que suele decir que las personas buenas van al
cielo y las malas van al infierno.
Eso es lo
que siempre hemos oído de pequeños y a modo de leyendas en la historia del
hombre y en la mayoría de culturas y religiones.
Pero solo en
parte esta idea es cierta.
Un error muy
común y bastante grave entre esa idea popular, está en pretender alcanzar ese
cielo dependiendo de nuestros propios esfuerzos.
Lo que suele
decirse entre el mundo católico “hacer buenas obras para ganarse el cielo”.
Esa es una
falsa idea.
Las buenas
obras no deben ser la apariencia de nuestra fe sino una consecuencia natural.
El cielo no
es un estado espiritual, ni una sensación anímica, ni una idea simbólica. Es
cielo es un lugar real como puede serlo esta tierra a la que ya conocemos.
Hay ríos,
montañas, valles, vegetación, ciudades y digamos lo mismo que hay aquí, pero en
estado perfecto.
Dios nos
dice que para alcanzar y entrar este lugar solo hay un camino.
Y ese camino
es el mismo Hijo de Dios; Jesucristo, a
quien Dios le ha dado toda la autoridad y poder.
Jesucristo
no es un camino más, es el camino, y es la puerta.
De este modo
no son nuestros esfuerzos personales lo que necesitamos para llegar hasta ahí,
sino nuestra fe en el Hijo de Dios.
Otra cosa es
que seamos buenas personas o pretendamos serlo.
Esa actitud
bondadosa que puede emanar de nosotros puede deberse a dos orígenes muy
diferentes.
Primero, que
nuestra bondad sea el resultado de nuestra relación con Dios.
Y esa bondad
a parte de ser necesaria, es y debe ser una consecuencia de una nueva vida
basada en Él.
Segundo, que
nuestra bondad sea el resultado de nuestro propio esfuerzo.
Un esfuerzo humano,
humanista, fraternal, que en nada tiene en cuenta a Dios.
Ese es un
mal camino para creer que vamos a entrar en el cielo.
Y
aparentemente, ambas actitudes pueden confundirnos y hacernos creer a los demás
que es lo mismo.
Pero Dios conoce
el corazón del hombre y ve su interior.
Por
desgracia, las “buenas personas” que han pasado toda su vida entregadas a los
demás, han debido tener en cuenta esa “puerta de entrada”.
No hay
caminos dice la Biblia para llegar a Dios, si no es a través de su Hijo Jesús.
Todos los
demás caminos que encontramos en la vida, ciencia, política, trabajo, estudios,
familia, humanismo, pueden tener una apariencia de buenos caminos y buenas
formas de vivir, pero son caminos que finalizan aquí y no tienen futuro en el
mas allá.
Dios no nos
rechaza en su reino, al contrario, Él quiere que toda la humanidad que creó, esté
para siempre a su lado, disfrutando de lo mejor que pueda imaginar el ser
humano.
Pero por
desgracia, todos los hombres y mujeres no tienen las mismas intenciones, ni
todos buscan ni tienen en cuenta a Dios.
La realidad
de lo que nos rodea no nos permite ver lo eterno y lo espiritual, lo cual es
invisible a nuestros ojos.
Pero esa
invisibilidad se hará visible en el momento en que traspasemos la linea de la
muerte.
El tiempo de
vida que nos ha sido dado es muy importante para que reflexionemos sobre
nuestro futuro y sobre lo que Dios ha dejado escrito en su palabra a través de
los profetas.
Es una
decisión personal que debe madurarse en nuestro interior.
Nunca sabremos
cuanto está de lejos este "más allá" y siempre puede sorprendemos en
el momento menos pensado.
La entrada
al reino celestial como algo maravilloso es el resultado, no de lo que sabemos,
sino de lo que hacemos.
Nuestras
decisiones son muy importantes en los caminos que tomamos cada dia.
Dios sabe lo
grande que es estar en su reino y sabe lo terrible que es no poder entrar. Pero
la mayoria de las personas no creen en estos temas.
Poder entrar
en el cielo es una consecuencia de nuestras obras, de nuestra buena conducta y
de nuestras buenas intenciones como resultado de una fe en Dios y en su hijo
Jesucristo.
Muchas
religiones pregonan su forma de alcanzar el paraiso, pero la Biblia asegura que
solo a través de la fe en Jesucristo es posible llegar a la ciudad celestial.
El hombre
tiene la última palabra sobre su eternidad.
Dios nos
ofrece el camino y la vida eterna, pero de nosotros depende la elección.
Guillermo Blanco 10-3-2011