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Santos inocentes


El 28 de diciembre se celebra en nuestra cultura de tradiciones una festividad que muchos conocemos: “los santos inocentes”.

Durante este dia se acostumbra a hacer bromas de todo tipo, como el conocido monigote de papel enganchado en la espalda de algún amigo nuestro sin que se percate del hecho y vaya paseando por la calle con ello.

Ello produce una cierta gracia a todos los que lo ven.


Las noticias de prensa también acostumbran a resaltar alguna noticia extraña y sorprendente que no deja de ser una broma. Por lo cual hay que poner en tela de juicio todas las noticias que leamos durante este dia.


Pero lo que quizás muchos desconozcan, es el origen de dicha fiesta.

Un origen trágico y terrible que si lo analizásemos y asimilamos, dejaríamos de celebrar esta fiesta de pantomima que ridiculiza y humilla un hecho horroroso.

Con esto, apoyamos sin consciencia y sin escrúpulos los hechos históricos que realmente sucedieron y no anteponer nuestras ganas de reir, reirnos de los demás y engañar con todo tipo de chismes.


Durante los primeros años de nuestra era cristiana y diría sobre el año cero de nuestra cultura occidental, un rey que gobernaba judea por aquel tiempo (lo que hoy es Israel), llamado Herodes, conoció una profecía escrita desde hacia siglos que se estaba cumpliendo en aquel mismo momento: el nacimiento de un rey y de un salvador del mundo.


Era Jesús, el Hijo de Dios y no venía como temía Herodes para usurparle el trono, sino que venía en son de paz y para abrir una dimensión espiritual de salvación totalmente invisible en aquel mundo material.

Nada tenía que temer Herodes porque no le hubiese ocurrido nada.

Pero Herodes no pensó asi y por miedo a que aquella profecía se cumpliese y fuese destronado, mandó una orden terrible.

Hizo matar a todos los niños menores de dos años en la ciudad de Belén tal como la profecía indicaba.


Y ese es el origen de nuestra caprichosa fiesta que muchos no saben o no quieren saber a que se remonta.



Jesús nació en Belén de Judea, en días del rey Herodes.

Y he aquí unos magos vinieron del oriente a Jerusalén, preguntando: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en el oriente y hemos venido para adorarle.

Cuando el rey Herodes oyó esto, se turbó, y toda Jerusalén con él.

Y habiendo convocado a todos los principales sacerdotes y a los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo.

Ellos le dijeron: En Belén de Judea, porque así está escrito por el profeta:

Y tú, Belén, en la tierra de Judá, de ninguna manera eres la más pequeña entre los gobernadores de Judá; porque de ti saldrá un gobernante que pastoreará a mi pueblo Israel.

Entonces Herodes llamó en secreto a los magos e indagó de ellos el tiempo de la aparición de la estrella.

Y enviándolos a Belén, les dijo: Id y averiguad con cuidado acerca del niño.

Tan pronto le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore.

Ellos, después de oír al rey, se fueron. Y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo sobre donde estaba el niño.

Al ver la estrella, se regocijaron con gran alegría.

Cuando entraron en la casa, vieron al niño con María su madre, y postrándose le adoraron. Entonces abrieron sus tesoros y le ofrecieron presentes de oro, incienso y mirra.

Pero advertidos por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su país por otro camino.


Después que ellos partieron, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José, diciendo: "Levántate; toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allá hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo."

Entonces José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto.

Y estuvo allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliese lo que habló el Señor por medio del profeta, diciendo: De Egipto llamé a mi hijo.


Entonces Herodes, al verse burlado por los magos, se enojó sobremanera y mandó matar a todos los niños varones en Belén y en todos sus alrededores, de dos años de edad para abajo, conforme al tiempo que había averiguado de los magos.

Entonces se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías, diciendo:

“Voz fue oída en Ramá; grande llanto y lamentación.

Raquel lloraba por sus hijos, y no quería ser consolada, porque perecieron”.


Cuando había muerto Herodes, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José en Egipto, diciendo: "Levántate, toma al niño y a su madre, y vé a la tierra de Israel, porque han muerto los que procuraban quitar la vida al niño."

Entonces él se levantó, tomó al niño y a su madre, y entró en la tierra de Israel.


Mateo 2, 1-21


Guillermo Blanco 26-11-2011

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