Estamos tan
acostumbrados a vivir de una forma corrupta en mayor o menor grado, que nos
parece extraño vivir una vida de santidad.
Estamos tan
acostumbrados a murmurar, mentir, criticar y demás vicios pequeños, que no
damos suficiente importancia a estos hechos y sus consecuencias.
La creación de Dios
es perfecta, limpia y exenta de pecado, grandes o pequeños.
Por esta razón Dios
condena el pecado o la maldad desde la primera desobediencia cometida en el jardín
del Edén durante la creación del hombre, hasta el ultimo pecado cometido en el
dia de hoy.
Nada en la
naturaleza y en la creación puede contener pecado, error o corrupción.
Esas son las leyes
de Dios y si eso ocurre, tal creación será restablecida y restaurada
posteriormente.
Dios vive en un
estatus de santidad y ningún ser humano (en lo que a nosotros respecta) puede
acceder a esta santidad, si en su interior no lo ha buscado.
El sacrificio de
Cristo en la cruz nos abre la entrada a la santidad y vida perfecta, pero antes
debemos haberla buscado y deseado.
No pretendamos acceder
a este cielo de una forma gratuita con una vida llena de errores y satisfechos
con ellos, como si nuestro comportamiento vaya a cambiar de la noche a la
mañana.
El apóstol Pablo
hablaba de un "prosigo al blanco" como una meta inalcanzable aquí en
la tierra pero con una validez real si nuestro camino está en esta linea.
Y dicho
"blanco" representa la santidad que Pablo buscaba.
Podemos comprobar
como esta naturaleza que nos rodea ha perdido hace muchos años esa perfección
con la que fue creada.
Un reino animal que
aunque parece estable y perfecto, tiene signos de imperfección, cuando
observamos que unas especies se comen a otras.
Ese no fue el propósito
de Dios y esa naturaleza un dia será renovada al modo que fue creada.
Guillermo Blanco 22-2-2012